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Un Viaje. Hallar El Amor En El Pasado.

¿Qué ocurriría si una mujer de siglo XXI, como tú, viajara en el tiempo al siglo XVII? Lety y sus dos amigas, Caro y Paula María, unas españolas afincadas en Londres. Una rifa, un premio, un viaje, una ciudad: Edimburgo. Tierra de leyendas y escoceses. Allí, en aquel momento, en aquel lugar, ocurrirá algo que cambiará para siempre la vida de la protagonista y sus amigas. ¿Quieres saber qué pasa? ¿Te apetece sonreír y divertirte? ¿Deseas enamorarte? Un hombre que no puede amar...

Aberdeen, Escocia, 1429.

Teresa De Mendiola I; corría asustada por el empapado y verde campo, sujetando su avanzado embarazo con ambas manos.

La hechicera, la seguía con la maldad ardiendo en su rostro deseoso de venganza.

Unos días antes, en el castillo de Aberdeen, el enlace entre Julio Villarroel y lady Susana Villarroel se había tornado en fatalidad. Por error, durante los festejos, una flecha de los Mendiola había acabado con la vida del hijo de la hechicera..

Atrás quedaron los días de plácida vida y las noches de quietud. La hechicera había perdido a su adorado hijo y su furia era imparable.

—Detente, Teresa, no tienes escapatoria —chilló la hechicera con los ojos encendidos por la venganza.

La joven, asustada, no quería dejar de correr, pero el agotamiento provocado por el peso del bebé en su vientre y la proximidad del acantilado, le hicieron parar. Si seguía avanzando caería al mar.

Estaba acorralada. No podía huir. Por ello, y a sabiendas de que iba a morir, se volvió hacia su perseguidora y, mirándola a los ojos, gritó con aplomo:

—Lo juro, que aun muerta no descansaré hasta vengar la muerte de mi esposo. ¿Por qué lo mataste? ¿Por qué?

—Porque le amabas, así como yo a mi hijo.

Delirante, la hechicera se acercó a ella y aferró con fuerza el colgante que Teresa lucía en el cuello, arrancándoselo de un fuerte tirón.

—Devolvedme la joya de los Mendiola.

Aquel medio corazón tallado en piedra blanca era, junto con la otra mitad que su difunto marido aún llevaba en el cuello, la joya más preciada de su familia.

La desesperación de la joven hizo reír a la hechicera que, enloquecida por los acontecimientos de los últimos días, se aproximó hasta casi rozarle la cara con su aliento.

—No, Teresa, no lo devolveré nunca—siseó.

—¡Matarme a mí, pero deja vivir a mi hijo! —gritó la futura madre al ver cómo la enloquecida mujer miraba su vientre.

Durante unos segundos la hechicera dudó.

Pero no; quería hacer daño, y tras pensar en una venganza perdurable en el tiempo, exclamó levantando las manos.

—No te voy a matar Teresa. Vivirás para ser testigo del dolor que sufrirá tu hijo el día que sea feliz. Porque yo, hechicera , maldigo a todos los Mendiola a partir del nacimiento de este niño.

—¡Noooo! —gritó horrorizada Teresa, mientras escuchaba las voces de los guerreros que se acercaban para auxiliarla.

—No serán felices. ¡Nunca! Tu felicidad me la llevo con el colgante —bramó enloquecida—. Todos perderán al ser amado en el momento en que sus corazones rebosen de felicidad. Sus vidas serán una pura agonía, desamparo y soledad; porque cualquier Mendiola que ame, verá morir a su pareja. Y este hechizo sólo se desvanecerá cuando uno de esos amados el colgante vuelva a encontrar.

—Por favor... no —imploró Teresa, al ser consciente de lo que la miserable mujer pensaba hacer.

Dicho aquello, la hechicera sonrió y se precipitó al vacío desde el impresionante acantilado de Aberdeen, desapareciendo para siempre una vez que cayó en el mar...

Y la maldición inundó de tristeza, durante siglos y siglos a todos los Mendiola....

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